domingo, 1 de septiembre de 2013

El Profeta Suleiman (Salomón)



El Profeta Suleiman (Salomón)

Salomón era hijo de David. Como ya sabéis, Salomón era ya muy justo cuando aún era un muchacho, y llegó a ser muy conocido y respetado por su sabiduría. Cuando se hizo un hombre, Dios le hizo Su Profeta. Dios le enseñó también a entender el lenguaje de los pájaros y de los animales. Pero, a pesar de su sabiduría y de sus grandes riquezas, Salomón nunca olvidó a Dios. Sabía que todo lo que es bueno viene de Dios. Por esto, siempre decía a su gente: -Dad gracias a Dios por el bien que os ha dado y por Su generosidad. Adorad a Dios y haced buenas obras.

Una vez, Salomón y sus soldados iban marchando por un valle habitado por hormigas. Salomón oyó como una hormiga le decía a otra -¡Rápido, apartaos del camino y escondeos!, ¡Vienen Salomón y sus soldados y nos pisarán, y ni siquiera se darán cuenta de que lo han hecho!
Salomón que, por supuesto, podía entender la lengua de las hormigas, se rió y ordenó a sus soldados que se detuvieran y esperaran a que las hormigas se pusieran a salvo. Luego rezó a Dios: -Oh Dios, ayúdame a hacer buenas acciones para que Tu estés satisfecho conmigo-.
Un día, Salomón llamó a todos los pájaros para que se reunieran en torno a el, pero cuando echó un vistazo a la bandada, se dio cuenta de que faltaba la Abudilla. Salomón esperó un tiempo y cuando estaba a punto de decidir no esperar más, apareció volando de repente la Abudilla y se posó junto a Salomón. -Vengo de una ciudad muy lejana que se llama Saba-, dijo la Abudilla. -La gente es muy rica y tienen una reina que se sienta en un trono magnífico. Aquella gente adora al sol y creen que es correcto tomar al sol como Dios. Pero se equivocan, ¿verdad que si? Nunca encontrarán el camino correcto hacia Dios si siguen así. Dios es el único al que las criaturas deben adorar-.
Salomón escribió entonces una carta a la Reina de Saba y mandó a la Abudilla para que se la entregara.
Cuando la reina de Saba recibió la carta mandó llamar a todos los sabios de la ciudad. -He recibido una carta de Salomón-, les dijo. -En ella, Salomón me escribe que debemos creer en Dios y adorarle sólo a El. ¿Qué me aconsejáis que debo hacer?
-Somos muy poderosos y podemos enfrentarnos con Salomón, pero tú debes decidir lo que vamos a hacer-, respondieron los sabios.
-Pero una guerra-, explicó la reina,-podría provocar la destrucción de nuestra ciudad, y nuestros mejores guerreros se convertirían en luchadores crueles. Por lo tanto, preferiría no declarar la guerra. En vez de eso, mandaré un regalo a Salomón-.
Cuando los enviados de la reina de Saba llegaron con el regalo, se quedaron muy sorprendidos al ver que Salomón se ponía muy enfadado. -¿Por qué me traéis estos objetos, en vez de seguir mi consejo?- les riñó Salomón. -Lo que Dios me ha dado es mejor que todos estos regalos. ¡Volvéos a vuestra reina y llevaos sus regalos!-
La Reina de Saba, cuando supo que Salomón había rechazado su valioso regalo, se quedó también muy, sorprendida. Y decidió entonces ir ella misma a ver a Salomón. Hizo reunir a la gente y realizó los preparativos para el viaje a la ciudad de Salomón.
Cuando la reina llegó, Salomón le habló acerca de Dios y ella comprendió lo equivocada que había estado al adorar al sol. -Estás en lo cierto-, le dijo a Salomón, -de ahora en adelante, sólo adoraré a Dios. El es nuestro único Señor y debemos obedecerle sólo a El-.

El Profeta Yunus (Jonás)



El Profeta Yunus (Jonás)


EL Profeta Jonás fue enviado por Dios a una gran ciudad en donde la gente había olvidado las órdenes de Dios y hacían muchas cosas que Dios había prohibido. Jonás les dijo: Debéis creer sólo en Dios y obedecer sólo a El. Debéis adorarle sólo a El y hacer el bien, si no lo hacéis así, caerá sobre vosotros un duro castigo.

Pero pronto descubrió Jonás que la gente no quería escucharle. Entonces, perdió la paciencia y enfadado se fue de la ciudad. Más tarde, Jonás decidió cruzar el mar y se marchó en un barco para hacer el viaje. Pero cuando el barco estaba en medio del océano, a Jonás le ocurrió una desgracia. Fue arrojado por encima de la borda y fue tragado por una ballena gigantesca. Sin embargo, afortunadamente, la ballena se había tragado a Jonás de un gran trago, de forma que llegó al estómago ileso.
Dentro del estómago de la ballena no había luz, y Jonás sintió mucho miedo. En la soledad, empezó a acordarse de lo que había ocurrido en la ciudad y llegó a la conclusión de que no debía haber actuado tan precipitadamente y haberse enfadado de aquella manera. Debía haberse quedado e insistir, hablando a la gente y pidiéndoles que se volvieran a Dios.
En su desesperación, Jonás empezó a rezarle a Dios con todo su corazón. Dijo: “Oh Dios, no hay dios sino Tú. Solo a Ti alabo y doy honra. He hecho mal; si Tú no me ayudas, estaré perdido para siempre".
Dios escucha las oraciones de aquellos que le rezan a El y de aquellos que creen en El. Dios escuchó la oración de Jonás y le hizo salir del vientre de la ballena para ser arrojado por las olas del mar a la orilla. El pobre Jonás estaba en un estado lamentable y se quedó echado en la arena, débil, enfermo y desamparado. Se sentía terriblemente triste, pero Dios hizo crecer un árbol y este árbol dio a Jonás sombra y fruta con que alimentarse. Poco después, Jonás había recuperado su salud y su fuerza.
Cuando estaba ya mejor, Dios volvió a enviar a Jonás a la ciudad. Pero esta vez, la gente escuchó a Jonás cuando el les dijo: Debéis creer en Dios y adorarle sólo a El. Debéis hacer el bien.

La Historia De Musa (Moises)



Profeta  Musa (Moises)


En la tierra de Egipto, en donde una vez habían vivido los hijos de Abraham, de Jacob y de José, reinaba por entonces, un Faraón perverso y malvado. Un día, ese Faraón malvado ordenó que todos los niños varones de los descendientes de José debían morir. Dio esta orden porque no quería que los descendientes de José aumentaran y se hicieran más poderosos que su propia gente.

Fue precisamente en este tiempo tan peligroso cuando nació Moisés. Dios envió un mensaje a su madre, diciéndole que pusiera al pequeño Moisés en una pequeña cesta y que pusiera la cesta en el río. De esta forma, Moisés podría escapar al terrible destino que el Faraón había decretado
La cesta que contenía al niño fue encontrada por la mujer del Faraón. Esta mujer era amable y de buen corazón, y se llevó a Moisés al palacio. Nadie sabía quienes eran sus padres, pero la mujer del Faraón quería quedarse con él, y entonces buscó una nodriza para que lo amamantase. Dios hizo que la propia madre de Moisés fuera traída al palacio para que la tomaran como nodriza de su propio hijo. Así se salvó la vid del bebé Moisés y, por la ayuda de Dios fue devuelto a su propia madre.
Moisés se crió en el palacio del Faraón y fue educado por los mejores maestros, que hicieron de él un hombre inteligente y capaz.
Cuando Moisés se hizo un hombre, tuvo que dejar la tierra del Faraón para realizar un viaje. En el camino, pasó junto a un pozo en donde los pastores daban de beber a sus ovejas. Moisés se encontró allí a dos mujeres que también querían dar agua a sus ovejas. Pero no podían acercarse al pozo antes de que los pastores apartaran sus rebaños del mismo. Moisés les ayudó a dar de beber a su rebaño y cuando las dos mujeres volvieron a casa, le contaron a su anciano padre lo que había ocurrido. El mandó a una de ellas para que fuese a invitar a Moisés a venir a su casa. Pasado un tiempo, el padre le ofreció a una de sus hijas por esposa y Moisés aceptó. En adelante, Moisés llevó una vida feliz con su familia y con el anciano, habitando junto al pozo.
Pasados algunos años, Moisés y su familia iban de viaje por el país cuando, de repente, vieron un gran fuego. Moisés dijo a su familia que se quedaran allí y se fue solo a averiguar qué era aquel fuego. Cuando se iba acercando, oyó una voz: ¡Oh Moisés!, -dijo la voz-, Soy Dios, tu Señor. Voy a hacerte Mi Profeta. Debes ir a la gente y decirles que hay un sólo Dios, ALLAH. Que les ha creado. Deben, por tanto, ser agradecidos y rezar sólo a Dios y esforzarse en hacer el bien. Lleva contigo a tu hermano Harun (Aarón) e id al Faraón y a su gente y dadles Mi mensaje.
Moisés se fue a Egipto y le dijo al Faraón: Dios, el Señor de los mundos, me envía a ti. Soy el enviado de Dios y te traigo la verdad. Debes dejar en libertad a los descendientes de José, que están siendo oprimidos en esta tierra y permitir que se vengan conmigo.
Cuando el Faraón oyó esto, se puso furioso y gritó: ¡Mientes! Nadie sino yo, el gran Faraón de Egipto, es el señor del mundo. Soy el rey más poderoso de la tierra. Debes estar loco para atreverte a decir lo contrario. ¡Si me desobedeces, te meteré en prisión!
Pero Moisés no tuvo miedo de la ira del Faraón, ni de sus palabras. Con la ayuda de Dios te enseñaré que Dios es más poderoso que todos los hombres y también más poderoso que tú. Moisés tomó entonces su vara y la tiró al suelo. De repente, la vara se convirtió en una gruesa y larga serpiente enroscada.
Evidentemente, eres un mago, -dijo el Faraón al ver esto-, hará llamar a todos los magos del país y entonces veremos quien hace mejor magia, ellos o tú.
Así todos los magos fueron llamados al palacio del Faraón. Llevaban consigo muchas varas y las convirtieron en serpientes. Pero entonces Moisés volvió a tirar su vara al suelo y de nuevo se convirtió en serpiente, y esta serpiente se comió a todas las serpientes que habían hecho los magos.
Los magos se quedaron sorprendidos y dijeron. Creemos en Dios. Que ha mandado a Moisés como Su Profeta; Dios es verdaderamente mucho más poderoso que todos y cada uno de nosotros.
El Faraón estaba furioso, y dijo: ¿Vais a creer en algo antes de que yo os dé permiso para creer en ello?, ¡se os cortarán a todos las manos y los pies como castigo! -les gritó a los magos-.
-¿Quieres vengarte de nosotros sólo porque creemos en los signos de Dios-, respondieron los magos. Nos hagas lo que nos hagas, seguiremos volviéndonos a Dios. Que Dios tenga misericordia de nosotros y nos ayude a ser firmes y pacientes. De esta manera los magos, que eran antes hombres avariciosos, fueron convertidos en siervos de Dios, buenos y creyentes.
Moisés fue entonces a encontrarse con los descendientes de José, que estaban sufriendo una gran opresión bajo el gobierno de este Faraón malvado, y les dijo: Nos iremos de Egipto. Pero después de que hubieran salido, el Faraón salió tras de ellos con sus soldados para traerles de vuelta.
Moisés y su gente apresuraron la marcha hasta que llegaron por fin al mar. Pero entonces el faraón y sus soldados estaban acercándose a ellos y la gente empezó a sentir mucho miedo. Pero Dios vino en su ayuda y separó las aguas para que Moisés y su gente pudieran pasar andando por medio y llegar al otro lado. Cuando el Faraón y sus soldados llegaron al mar, entraron cabalgando detrás de ellos, pero no pudieron alcanzar a Moisés y a su gente antes de que llegasen al otro lado. De repente, mientras el Faraón y sus soldados seguían cabalgando a través del fondo del mar, las aguas se volvieron a cerrar y todos se ahogaron. Dios salvó así a Moisés y a su pueblo porque le adoraban sólo a El. Sin embargo, el Faraón, que se negó a creer en Dios, que era orgulloso y hasta quiso meter a Moisés en la cárcel, no pudo hacer nada para salvar a su ejército.
Una vez que consiguieron escapar, Moisés y su pueblo vagaron por el desierto muchos años. Un día, Moisés recibió la orden de Dios de subir a una alta montaña. Moisés pasó allí cuarenta días con sus noches rezando a Dios y escuchando lo que Dios les tenía que decir a el y a su pueblo. Pero que Moisés estuviera fuera cuarenta días y cuarenta noches les pareció a su gente demasiado tiempo y se pusieron impacientes. Decidieron hacer un becerro de oro y adorarlo. Cuando Moisés bajó de la montaña, vio el becerro y se puso muy enfadado. Rompió el becerro en mil dedazos y reprendió a su pueblo tan fuertemente que sintieron vergüenza de sí mismos. Nunca debéis adorar nada aparte de Dios, les dijo Moisés.
Moisés entregó a su pueblo un libro que Dios le había revelado en la montaña. Este libro se llama la Taurat. En la Taurat, se declara lo que los hombres deben hacer y lo que no deben hacer. Nunca deben adorar nada distinto de Dios. No deben matar a otro hombre. No deben tomar cosas que no les pertenezcan. Deben hacer el bien a sus padres y a su prójimo.
El pueblo de Moisés comprendió entonces que habían sido muy desagradecidos con Dios, porque Dios había sido quien les salvó del Faraón y de sus soldados. Rezaron entonces a Dios y le dieron gracias por lo que El había hecho por ellos. pidieron Su perdón y prometieron esforzarse mucho en hacer buenas obras.
Dios perdona a los que sienten vergüenza por las malas acciones que han hecho, y están dispuestos a corregir sus errores y volverse a Dios.

Historia del Profeta Yusuf (José)




Profeta Yusuf (José)


José tenía once hermanos. Diez eran mayores que él, y uno más pequeño. José era un muchacho muy bueno y de agradable aspecto y su padre Jacob le quería mucho. Desgraciadamente, esto daba celos a sus otros once hermanos, y por ello, decidieron deshacerse de José.

Un día, llevaron a José a un pozo profundo y le tiraron dentro de él. Luego, llevaron la camisa de José y la mancharon de sangre de cordero. Le enseñaron después la camisa a su padre y le dijeron: -"Nuestro hermano José ha muerto. Se lo ha comido un lobo”-.
Al oír esto, Jacob se llenó de tristeza y lloró amargamente por su hijo querido. Pasaron los años, y Jacob se hizo viejo y perdió la vista. Pero su confianza en Dios siguió siendo firme e inquebrantable. Jacob rezaba intensamente a Dios y nunca perdió la esperanza de que José siguiera con vida y de que un día se reuniría con él. Jacob estaba seguro de que así sería. Jacob estaba en lo cierto, porque cuando José se encontró en el fondo del pozo, también él había rezado a Dios. Entonces, una caravana de mercaderes pasó junto al pozo y al descubrir a José le sacaron y le llevaron a Egipto con ellos. Allí, José fue vendido en el mercado a un hombre y a su mujer que no tenían hijos.
En la vida ocurre a veces que una persona es acusada injustamente de un delito que no ha cometido. Esto fue lo que le ocurrió a José cuando llegó a ser un hombre. Le encerraron en la prisión, sin haber hecho nada malo. Solamente Dios sabe lo que es mejor para el hombre, y El ayuda a aquellos que tienen fe en El.
Algunos años más tarde, cuando José estaba aún en prisión, el Faraón de Egipto tuvo un sueño que le produjo gran preocupación. Les dijo a sus cortesanos: -"Veo a siete vacas grandes que son devoradas por siete vacas flacas, y siete espigas verdes y siete espigas secas”-. Pero ninguno de los cortesanos pudo explicar lo que significaba el sueño.
Más tarde el Faraón se enteró de que José, que seguía en prisión, sabía cómo interpretarlo. Entonces, el Faraón mandó llamar a José y éste se lo explicó: -Su sueño significa que los próximos siete años serán buenos y se producirán grandes cosechas, pero los siete años siguientes serán malos, de escasez y de hambre. ¡Por tanto, debéis recolectar y guardar todo cuanto podáis del grano de los primeros años y almacenarlo para los años de hambre!
El Faraón se sentía muy agradecido hacia José y le pidió ayuda para vencer la escasez, porque vio que José era un hombre sabio y capaz. José aceptó, y el Faraón le nombró tesorero y encargado de los graneros de Egipto.
Cuando llegó la escasez y se extendió por todo el país, afectó también a la gente de la tierra de José. Ellos también sufrieron el hambre, y durante este tiempo, los hermanos de José llegaron a Egipto. Querían comprar grano de las grandes reservas que José le había dicho a los egipcios que acumularan. Dios hizo que cuando llegasen a Egipto, los hermanos tuviesen que presentarse ante José. Al principio no le reconocieron, porque creían que había muerto hacía tiempo. Sin embargo, más tarde se dieron cuenta de que era José, y se sintieron avergonzados de lo que habían hecho hacía años. Suplicaron a José que les perdonara y José les perdonó. Llevad mi camisa a mi padre, así recobrará la vista, dijo José, y traedme a toda la familia.
El anciano padre se llenó de felicidad. Siempre había creído que José seguía con vida y nunca había dejado de rezar a Dios. Padre e hijo se dieron un abrazo. Fue una reunión maravillosa para ellos, después de tanto tiempo de separación. Después, el padre y los hermanos de José se quedaron a vivir en Egipto. Formaron una gran familia y tuvieron muchos descendientes. Y en la historia de Moisés sabréis lo que les ocurrió a aquellos descendientes.
José, que era un hombre noble, bueno y profeta de Dios, les había dicho siempre a los egipcios: -Debéis adorar sólo a Dios. Quien os ha creado, y hacer buenas obras.

La historia del Profeta Shu'aib



El Profeta Shu’aib

Dios ha mandado un profeta a cada pueblo. El Profeta Shu’aib fue enviado al pueblo de Madyan. Estas gentes, que eran mercaderes y comerciantes, eran también llamados “los habitantes del bosque” porque vivían cerca de un espeso bosque.

Su'aib les dijo: -Debéis rezar a Dios que os ha creado. No debéis engañar a la gente que viene a comprar vuestras mercancías.
Pero los habitantes del bosque no escucharon a Su'aib. Querían ganar mucho dinero, y engañando a sus clientes ganaban. Así que siguieron haciéndolo. Y lo que es peor, se negaban a escuchar lo que Shu'aib les decía.
-Sal de nuestra ciudad o te echaremos a pedradas-, llegaron a amenazarle los habitantes del bosque. -Si lo que dices fuera verdad, habríamos sido castigados hace muchos años. No creemos en ti y no vamos a adorar a Dios. No tenemos miedo a Su castigo-.
El castigo de Dios no tardó en caer sobre ellos. Todos murieron en un sólo día por un terrible terremoto. Las grandes cantidades de dinero que habían ganado y amontonado no les sirvieron de ayuda. Sus engaños fueron castigados y de nada les sirvió el conseguir precios altos y enriquecerse rápidamente.
Cuando la ciudad fue destruída, Shu'aib y sus compañeros que creían en Dios se salvaron. AL morir los habitantes del bosque, Shu’aib les dijo: -Siempre os recordé que debeíais adorar a Dios y os avisé de que no engañarais a otra gente. ¡Ahora Dios os ha castigado!-

La Historia del Profeta Lut (Lot)



EL Profeta Lut (Lot)


El Profeta Lut y su familia vivían entre gentes muy desobedientes y malvadas. Estas gentes hacían muchas cosas que Dios había prohibido. Así que Dios ordenó a Lut que les dijera: -Debéis dejar de hacer el mal y creer en Dios. Dios me ha enviado para avisaros de un castigo terrible que caerá sobre vosotros si no le obedecéis.
Pero la gente se negó a escuchar a Lut. Y llegaron a reírse de el porque no les acompañaba cuando hacían cosas malvadas.
Un día, unos visitantes vinieron a ver a Lut. La gente malvada quiso coger a sus visitantes para hacerles daño. Lut temía que no iba a poder proteger a sus invitados. Pero, para gran sorpresa y alivio de Lut, los visitantes dijeron: -No tienes por qué tener miedo. Estos malvados no pueden hacernos daño, porque nosotros somos enviados de Dios. Hemos venido de parte de Dios para decirte que lleves a tu familia y abandones la ciudad por la noche. Ninguno de vosotros debe volver la cabeza para mirar atrás, ni quedarse rezagado. Sólo los que salgan sin mirar hacia atrás se salvarán-.
Enseguida Lut, se dio cuenta de que eran verdaderamente ángeles enviados por Dios. Habían venido para que Lut y su familia pudieran escapar y ponerse a salvo, porque Dios iba a castigar a los malvados de aquella ciudad. Lut y su familia, que habían creído y rezaban a Dios iban a ser salvados.
Inmediatamente, Lut y su familia se prepararon y salieron de su casa por la noche cuando estaba oscuro, para que la gente malvada no les viera. Pero, justo cuando estaban alejándose, la mujer de Lut se volvió y se quedó rezagad, negó a creer en Dios y fue desobediente. Y por eso no se salvó del castigo y de la muerte cuando Dios envió una lluvia de fuego y de piedras. Todas las casas de la ciudad quedaron destruidas y los desobedientes murieron bajo la lluvia de fuego y piedras.
Solamente Lut y el resto de su familia fueron rescatados ellos alabaron a Dios y le dieron gracias por haberles salvado.

La Historia Del Profeta Ibrahim (Abraham)





El Profeta Ibrahim (Abraham)


Abraham fue un gran profeta. Cuando era joven vivía entra gentes que rehusaban adorar a Dios y adoraban en su lugar otras cosas, como los ídolos que habían hecho con sus propias manos. En una ocasión, Abraham le dijo a su padre:-“¿Tomas acaso a estos ídolos por dioses? Si lo haces entonces tú y tu gente estáis extraviados-“
Abraham sabía que no era correcto adorar ídolos, porque iba en contra de la voluntad de Dios.
Dios le había enseñando además muchas otras cosas a Abraham. Una noche, por ejemplo, Abraham vio una estrella brillante en el cielo y dijo: -“¡Ese es mi Dios!"- Pero cuando la estrella desapareció, Abraham comprendió que la estrella, no era Dios.
En otra ocasión, Abraham vio la luna que brillaba intensamente en el cielo por la noche, y de nuevo dijo: --“¡Ese es mi Dios!"-Pero cuando la luna desapareció, Abraham comprendió que la luna no era Dios.
Por fin, vio al sol brillante que salía por la mañana y dijo, -“¡Este debe ser mi Dios porque es la cosa más grande que hay en el cielo¡”-. Pero cuando llegó el atardecer, Abraham comprendió una vez más que éste no era Dios, pues Dios es Eterno. Abraham dijo entonces: -“Oh gente mía, soy libre de vuestra culpa al adorar a otros dioses aparte de Dios. Con firmeza y sinceridad vuelvo mi rostro a Aquel que creó los cielos y la Tierra, y nunca adoraré a otra divinidad excepto a Dios”-. Abraham, entonces, quería adorar sólo a Dios;
Aquel que es el Creador de todas las cosas. Porque Dios había creado las estrellas, el sol y la luna. Dios es el Señor de los mundos.
Abraham fue a las gentes y les dijo que debían adorar sólo a Dios. Porque es Dios Quien ha creado las estrellas, el sol y la luna. Dios ha creado también las plantas, y los animales como alimento. El sol, la luna y las estrellas no producen nada de comer. Dios ha hecho la Tierra para que la gente pueda vivir en ella. Por tanto, la gente debe apartarse de sus falsos dioses y adorar a Dios, y hacer siempre el bien.
Abraham les habló de todas las cosas y les dijo además a su padre y a su gente: --“¿Qué son esas imágenes a las que sois tan aficionados?”- “-Nuestros padres las adoraban”-, respondieron. –“Vosotros y vuestros padres, habéis estado todos extraviados”-, contestó Abraham. Entonces les informó de que debían adorar sólo a Dios, que había creado todas las cosas.
Abraham tenía también un plan para deshacerse de los ídolos. Cuando la gente estaba fuera, Abraham destrozó todos sus ídolos e imágenes. Pero dejó intacto al más grande de todos los ídolos. Cuando la gente descubrió que todos sus ídolos fueron destruidos y hechos pedazos, se pusieron muy enfadados. –“¿Quién ha hecho esto a nuestros ídolos?”-, gritaron.
Entonces, algunos de ellos recordaron haber oído a Abraham hablar en contra de sus ídolos. Así que trajeron a Abraham y le preguntaron: -“¿Fuiste tu el que hizo esto a nuestros dioses, Abraham?”- El respondió: -“No, fue el mayor de todos ellos el que lo hizo. ¿Porqué no les preguntáis, si es que saben hablar perfectamente?”-
Al oír esto, los idólatras sintieron vergüenza. –“Tu sabes bien que no pueden hablar”-, dijeron a Abraham. –“¿Adoráis entonces cosas que no os benefician ni os hacen daño?”-, les preguntó Abraham.
Al oír esto, la gente se enfadó aún más. Como venganza, arrojaron a Abraham a una hoguera. Abraham podía haber salido con graves quemaduras, o quizás haber muerto. Pero tenía la ayuda de Dios.
Dios enfrió el fuego y Abraham no se quemó nada.
Tiempo después, Abraham dejó a esa gente idólatra y se fue a otro país. Cuando era un anciano tuvo dos hijos varones, Ismael e Isaac. Los dos eran hombres justos y honestos, y ambos fueron profetas de Dios. Un hijo de Isaac, llamado Jacob, también fue profeta. Como podéis ver, Abraham y sus hijos fueron muy bendecidos por Dios.
Pero antes, Abraham tuvo que atravesar una gran prueba. Un .Ángel se le apareció y le dijo: -Tienes que sacrificar a tu único hijo-. Abraham se puso muy triste al oír esto, pero de todas maneras, sabía que Dios le había dado una orden y él tenía que obedecerla. Pero antes de nada, le preguntó a su hijo si estaba conforme. El hijo era bueno y piadoso, y consoló a su padre y le dijo tranquilamente: -Querido padre, si Dios lo ha ordenado tienes que obedecer, así que sacrificarme. No temas: con la ayuda de Dios, seré valiente.
Lleno de tristeza, Abraham se dispuso a matar a su hijo. Pero antes de que lo hiciera, oyó una voz: -Has demostrado tus buenas intenciones-, le dijo la voz a Abraham -con esto basta-. Has cumplido ya la voluntad de Dios.
Así se salvó el hijo de Abraham, y éste comprendió que Dios le había estado probando. Por supuesto, Abraham se llenó de alegría por no tener que matar a su hijo. Ambos dieron gracias a Dios y en su lugar sacrificaron a un animal, tal como Dios había ordenado.
Para recordar esta ocasión los musulmanes celebramos este día todos los años, y como hicieron Abraham y su hijo, sacrificamos un animal. Esto nos recuerda que Dios puso prueba a Abraham para ver si realmente le obedecería. El Profeta Abraham pasó la prueba y nosotros lo celebramos en recuerdo de esto. Al igual que el Profeta Abraham, nosotros también compartimos la carne del animal sacrificado. con los pobres y con nuestros amigos. En esta ocasión, también agradecemos a Dios todo lo que nos ha dado y la lección que nos ha enseñado con la salvación del hijo de: Abraham.
Más tarde, Abraham y su hijo Ismael construyeron la Ka’ba en Makka, y en aquella ocasión rezaron: Oh Dios, acoge esta casa en Tu gracia y ayúdanos a nosotros y a la gente que viene a nosotros para que seamos verdaderamente buenos musulmanes.
Dios oyó esta oración, bendijo la Ka’ba y la ciudad de, Makka. Hasta hoy día, los Musulmanes de todo el mundo vuelven y se ponen en la dirección a la Ka’ba en Makka cuando rezan. De todo el mundo llegan los Musulmanes al Ka'ba durante el tiempo de la peregrinación. Vienen a pié, en camellos, en coches y en aviones. La Ka’ba es la casa de la oración más antigua que Dios tiene sobre la Tierra. En La Ka'ba, todos los Musulmanes rezan juntos a Dios, y esto incluye a todos los que vivieron antes que nosotros, a todos los que viven hoy y todos los que vivirán en el futuro.